No es el año del Olympique de Lyon. El club tradicional, en dificultades tanto financieras como deportivas, tendrá que prescindir durante meses de su entrenador Paulo Fonseca, fichado a finales de enero. Ha sido suspendido hasta finales de noviembre (!) por su arrebato contra el Stade Brestois.
No es la temporada de Paulo Fonseca, se puede decir. El técnico de 52 años fue despedido en diciembre del AC Milan tras varias actuaciones flojas, pero solo unas semanas después se hizo cargo del Olympique de Lyon en sustitución de Pierre Sage.
Fonseca empezó con una derrota por 3-2 en Marsella, pero luego celebró dos claras victorias seguidas (4-0 contra el Reims y 4-1 en Montpellier), antes de perder el partido de la liga contra el PSG (2-3) y, por último, volver a celebrar un 2-1 contra el Stade Brest. Sin embargo, el partido contra el Brest será probablemente el último para el Lyon durante mucho tiempo, ya que durante el partido el portugués se peleó violentamente con el árbitro Benoit Millot, y ahora está pagando las consecuencias.
La rabieta no queda sin consecuencias
En el tiempo de descuento de un duelo en el que el Lyon había remontado un marcador adverso, se produjo una consulta al VAR sobre la posibilidad de conceder un penalti a Brest. No hubo penalti, pero Fonseca se había enfadado demasiado en la banda por la consulta y el árbitro Millot le mostró la tarjeta roja.
El entrenador del OL se enfureció y se dirigió al árbitro tanto física como verbalmente: se acercó a él a pocos milímetros y le gritó. Estaba bastante claro que eso tendría consecuencias, pero no se sabía lo dramáticas que serían.
Fonseca fue apartado de la competición durante meses por la Comisión Disciplinaria de la Liga Francesa de Fútbol (LFP). El portugués no podrá estar en la banda hasta el 30 de noviembre y, además, no podrá acceder al vestuario de su equipo los días de partido hasta el 15 de septiembre. Por lo tanto, está claro que el técnico de 52 años no estará disponible para el francés en los días de partido durante la temporada y más allá.
«No debería haber hecho eso, es cierto», dijo el entrenador después del partido y se disculpó. Pero no hubo clemencia, ¿por qué habría de haberla? Fonseca quería «intimidarlo físicamente», dijo el árbitro Millot a L’Equipe, y también insinuó «una cabezada». «Una actitud tan agresiva es difícil de imaginar en un entrenador profesional».
