Alrededor de tres semanas antes del comienzo de la Copa del Mundo, la selección australiana ha emitido una declaración conjunta en la que condena enérgicamente los abusos de los derechos humanos en el país anfitrión, Qatar, y pide un cambio.
16 Los internacionales australianos, entre ellos el capitán Matt Ryan, el jugador del St Pauli Jackson Irvine y los ex profesionales de la Bundesliga Mathew Leckie y Mitch Langerack, expresaron su preocupación por la situación de los derechos humanos en Qatar en un vídeo conjunto. El vídeo se publicó el jueves por la mañana junto con una declaración de la Asociación de Fútbol Australiano y una carta abierta de la Asociación de Jugadores Australianos (PFA).
La explotación de los trabajadores inmigrantes durante la construcción de los estadios «no puede ser ignorada», según el comunicado de la federación, que también pide a Qatar que legalice el matrimonio entre personas del mismo sexo.
«Reconocemos los importantes avances y las reformas legislativas que han tenido lugar en Qatar en los últimos años para reconocer y proteger los derechos de los trabajadores, y animamos a todas las partes interesadas a que continúen en esta senda de reformas», señala el comunicado.
Los jugadores también destacan en el vídeo que se han hecho progresos sobre el papel, pero que aún no se están aplicando de forma coherente. Se necesitan mejoras aquí, dicen.
«Hay valores universales que deberían definir los valores del fútbol, como el respeto, la dignidad, la confianza y el valor», dijeron los jugadores. «Cuando representamos a nuestra nación, nos esforzamos por encarnar estos valores». El objetivo del fútbol, dijeron, debe ser dejar un «legado duradero» en Qatar.
Australia es el primer equipo participante que critica al país anfitrión de esta manera. Otros participantes también están planeando protestas. La selección danesa, que se enfrenta a Australia en el Grupo D, tiene previsto vestir una camiseta totalmente negra en honor a los trabajadores que murieron construyendo estadios e infraestructuras en Qatar, algo que no gusta nada a los anfitriones.
