Al echar la vista atrás en su carrera, el icono del boxeo Henry Maske se decanta por su medalla de oro en los Juegos Olímpicos de Seúl 1988
Al echar la vista atrás en su exitosa carrera, el icono del boxeo Henry Maske piensa con más cariño en su medalla de oro en los Juegos Olímpicos de 1988 en Seúl. «La victoria olímpica es algo increíblemente importante. La llevo en el pecho y en la cabeza. Estoy muy contento por este recuerdo, me gusta tenerlo presente», declaró Maske en una entrevista con el SID.
El «Caballero» celebra el sábado su 60º cumpleaños.
Maske lo pasará en su ciudad adoptiva de Overath, cerca de Colonia, «muy tranquilo en un pequeño círculo familiar». 35 años después de ganar el título olímpico de los pesos medios para la RDA, la vida del ex campeón del mundo se ha calmado un poco, pero sigue comprometido con el boxeo.
«Este deporte ha dejado una huella increíble en mí. Las cosas que van unidas a él siguen conmigo. El desarrollo de la personalidad, el perfil, la forma de afrontar las cosas», dijo Maske.
Nacido en Brandenburgo, se hizo profesional en 1990 y ganó 31 de sus 32 combates en el peso semipesado. En la década de los 90, Maske sacó el boxeo de los rincones lúgubres y lo hizo socialmente aceptable, con decenas de millones de espectadores viendo por televisión sus combates contra Virgil Hill y Graciano Rocchigiani. «Conseguí mucho más de lo que esperaba», dice Maske mirando hacia atrás.