En su décima columna, el ex seleccionador nacional explica cómo valora la conclusión del torneo contra Polonia, que tanto esperaba, y qué opina de las actuaciones de Johannes Voigtmann y del ex capitán Robin Benzing.
El partido contra Polonia fue como esperaba. Es comprensible que uno esperara una victoria más clara, más bonita y mejor jugada. Pero después de un torneo tan largo, con tantos partidos y con la gran presión mental de querer cumplir con el objetivo que nos habíamos propuesto de ganar una medalla en nuestro país, nuestras cabezas y piernas están cansadas. Sobre todo después de la decepción de perder contra España. Aunque hubiera mucho en juego, es decir, una medalla de bronce en un Campeonato de Europa en el propio país, este tipo de partidos ocurren.
Por eso no estoy para nada decepcionado con el desarrollo del partido. Por el contrario, estoy muy contento de que los chicos se hayan visto recompensados, de que hayan tenido la mordiente y el alto ritmo de anotación desde más allá de la línea de tres puntos que les había distinguido durante todo el torneo. En este sentido, podemos estar muy, muy satisfechos y contentos con el torneo y con la medalla de bronce, aunque, por supuesto, siempre hay un poco de lágrimas porque el equipo estuvo muy cerca en la semifinal contra la renovada campeona de Europa, España.
Antes de que empezara el torneo, esperaba que Johannes Voigtmann tuviera un papel dominante en este equipo, porque le aprecio mucho a él y a su juego. Hay pocos centrales o jugadores grandes en Europa que jueguen tan inteligentemente, que puedan anotar tanto por dentro como por fuera, que tengan una comprensión del juego tan desarrollada como él, que además sepan pasar y sean desinteresados. Contra Polonia fue un factor muy decisivo, quizá el más decisivo. Se podía ver una y otra vez cómo intentaba animar al equipo para que tuviera un mejor rendimiento defensivo. Todo el paquete era correcto. En este partido tan importante, demostró lo que puede hacer y lo que le hace destacar.
Estoy seguro de que la falta de ritmo tras su incompleta temporada en el club le perjudicó un poco después de abandonar Rusia y su club, el ZSKA de Moscú, directamente por la guerra de agresión a Ucrania a finales de febrero, lo cual hay que reconocerle. Es agradable ver que ha conseguido poner su sello en un partido importante y parecer dominante.
Tras la discutida y también problemática no nominación para el torneo, y la probable conclusión de su carrera en la selección nacional como consecuencia de ello, Robin Benzing demostró su grandeza al acudir al pabellón para el partido por el tercer puesto y apoyar al equipo. Demostró la identificación con la selección y sus chicos que le ha distinguido durante tantos años. Era alguien que siempre estaba ahí y jugaba, sin importar si había obstáculos privados o de otro tipo. Hay que darle mucho crédito por eso. En este domingo, volvió a demostrar su carácter, su desinterés y su identificación incondicional.