La vuelta de Timo Werner a la delantera del RB Leipzig es un movimiento comprensible para ambas partes. Pero algo ha cambiado.
El miércoles comenzó la segunda etapa de Timo Werner en el RB Leipzig. Después de dos años en el Chelsea FC, donde el delantero nunca fue realmente feliz, ahora ha aterrizado de nuevo en el club en el que dio el salto para convertirse en internacional y en una estrella de la Bundesliga.
El traspaso tiene sentido para ambas partes, jugador y club. Werner, que es un jugador que necesita estímulo y el calor de un nido, vuelve al lugar de sus mayores éxitos hasta la fecha, donde fue un célebre goleador y, a diferencia de lo que ocurría en el Chelsea, también un habitual. Con la vista puesta en el Mundial de Qatar, el movimiento de Werner es comprensible.
El
RB Leipzig ha hecho un buen negocio económico en general y se hace con un atacante que conoce las condiciones del club, que goza de la máxima aceptación en el entorno y que simplemente aporta calidad. Las cualidades de sprint de Werner, sus carreras hacia el fondo, así como su fuerza de remate, aportarán sin duda un plus de clase al equipo del entrenador Domenico Tedesco, que el club puede aprovechar para alcanzar sus objetivos.
Pero el regreso de Werner también plantea una pregunta. Con Tedesco, la estática del juego del Leipzig ha cambiado, siendo la posesión y el control del juego parámetros importantes de la idea. Werner no es un delantero de contraataque puro, sino que sus puntos fuertes se adaptan más a un equipo de cambio. Queda por ver cómo encajará la nueva vieja esperanza en el estilo de juego actual.
Además, en ausencia de Werner, Christopher Nkunku se ha erigido en goleador, proveedor y Futbolista del Año 2022, y el juego está hecho a su medida. La flexibilidad de Nkunku, al igual que la de Werner, permite a ambos atacantes trabajar bien juntos. Cuando Werner se fue, era el centro del ataque del Leipzig. Ahora es sólo uno de los varios accesorios.
