lunes, enero 6, 2025
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El «Wow» de Berlín y el problema de Hamburgo: la mirada atrás de Kacar

Gojko Kacar nunca ha carecido de talento, pero sí de salud. El centrocampista puso fin a su carrera a los 31 años, y ahora echa la vista atrás: a sus comienzos en Berlín, a los tiempos difíciles en Hamburgo y a su final en Augsburgo

Gojko Kacar jugó 171 partidos de Bundesliga y marcó 18 goles con el Hertha BSC, el Hamburger SV y el FC Augsburgo. El serbio pasó la mayor parte de su carrera profesional en la Bundesliga, pero lleva casi seis años «retirado». Ahora comienza una nueva carrera como entrenador de las categorías inferiores del Vojvodina Novi Sad. En una entrevista concedida a Mozzart Sport, el técnico de 37 años recuerda su estancia en Alemania.

A los 20 años, Kacar se mudó a Berlín, aunque entonces no se lo creía. «Había oído que el Hertha estaba interesado, pero pensé que sólo eran historias. Pero entonces se concretó el traspaso y una semana después jugué mi primer partido con el Hertha, sin ninguna preparación especial, ni siquiera conocía a mis compañeros. En aquel momento todo fue una especie de ‘wow’ para mí. Prefiero tener mi ritmo y mi seguridad. No me gustaban las turbulencias, tenía miles de millones de pensamientos, pero al final estoy muy contento de cómo ha salido todo».

En Berlín conoció a su compatriota Marko Pantelic (ahora de 46 años), que le ayudó a instalarse. «No nos conocíamos, pero me acogió. Había otros chavales de la antigua Yugoslavia», explica Kacar, que revela que al principio le costó adaptarse al nivel de la Bundesliga.

«Todo era mucho más rápido, las entradas eran más intensas y se tenía mucho menos tiempo el balón. Era capaz de mantener el ritmo técnicamente, pero tenía que acostumbrarme. Dicen que uno mejora como futbolista cuando juega con buenos jugadores, y yo tuve la suerte de hacerlo y pronto me sentí como en casa. Pero para triunfar en Alemania también hay que adaptarse a su sistema de trabajo y a sus reglas».

En su caso, se trataba de la puntualidad. «Cuando era joven, solía llegar tarde. Los alemanes me enseñaron que no se puede hacer eso porque es una falta de respeto al club y a tus compañeros, y tuve que pagar muchas multas por ello». La relación entre trabajo y profesionalidad está a un nivel más alto en Alemania. «

En 2010, Kacar fichó por el Hamburger SV, en principio un sueño para el centrocampista. «La mudanza era mi gran deseo. Un gran club, una ciudad preciosa y grandes jugadores. Cada vez que jugaba contra el HSV, siempre quería jugar para ellos». Y cumplió ese deseo, pero «mirando atrás, podría pensarse que fue una decisión equivocada», dice hoy Kacar.

«No fue fácil. El Hamburgo es un club que ha traído cinco o seis jugadores nuevos en cada periodo de traspasos. A menudo cambian de entrenador e incluso de presidente, y cada uno tiene su propia visión y quiere empezar de cero. Es muy difícil que los jugadores se aclimaten, porque nunca se consigue construir un marco básico y eso luego repercute en los resultados».

Le hubiera gustado disfrutar más de su estancia en Hamburgo, pero no fue posible. «El Hamburgo nunca había descendido y teníamos una gran responsabilidad. No queríamos ser el primer equipo del HSV en descender. Había mucha presión». El caso es que cuando Kacar jugaba en el HSV, los Red Shorts siempre se mantenían en primera división. En aquella época, sin embargo, Kacar también experimentó un gran cambio mental, como ahora revela y lamenta al mismo tiempo. «Ya no jugaba al fútbol como un niño en la calle, como había empezado antes, lo veía más como un trabajo».

Nuevo comienzo en Japón

En 2012, su carrera ya pendía de un hilo tras una complicada fractura de tobillo. «Estuve más de un año sin pisar un terreno de juego, fue muy difícil volver después de tres operaciones y rehabilitación. Psicológicamente también fue muy exigente, en ese momento la pregunta era si sería capaz de volver a jugar al fútbol. Necesitaba tiempo de juego y práctica competitiva, pero el club ya había incorporado a otros jugadores para mi puesto, lo cual era totalmente comprensible. Por eso me fui a Japón».

Kacar jugó cedido en el Cerezo Osaka y «allí encontró el camino de vuelta a la vida: mental, espiritual y como futbolista. Estoy orgulloso de este episodio en Japón». Tras su visita relámpago al país del sol naciente, continuará en el HSV dos temporadas más, algo que era importante para él, sobre todo teniendo en cuenta su largo parón por lesión. «Quería demostrar que no era una mala inversión. Quería demostrar a los aficionados y a la gente del club que no se habían equivocado conmigo, por eso después volví a ampliar mi contrato, y estas dos últimas temporadas han ido como debían». »

Convencido por Alemania

Una vez finalizado su contrato con los auriverdes, se enfrentó de nuevo a la cuestión de encontrar un nuevo club. Estuvo a punto de acabar en el AEK de Atenas, como ha revelado ahora, pero no llegó a ser así. «Tenía 24 horas para decidirme. Habría tenido que irme a otro país donde no conocía a nadie ni la mentalidad. Habría tenido que cambiarlo todo. Lo rechacé y unos días después el FC Augsburgo me hizo una oferta. Y yo quería quedarme en Alemania».

Sin embargo, su etapa en la Bundesliga terminó en 2018… y un poco más tarde, tras un interludio de cinco meses en Chipre con el Anarthosis Famagusta, su carrera profesional llegó a su fin. También hubo motivos de salud para que nunca volviera a su club de origen, el Vojvodina, como jugador. «Conocía mi cuerpo y sabía que quizá me quedaban dos o tres partidos al máximo nivel, pero no 18 o 30». Así que ahora Kacar quiere despegar como entrenador de juveniles, un trabajo que exige mucho, como dice el jugador de 37 años. «Tienes que ser psicólogo, amigo y, con los jugadores muy jóvenes, también padre en cierto modo. «

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